Las Navidades son una excusa tan buena como otra cualquiera para ponerte al día con los clásicos, o volver a ellos. Ante la tempestad de estrenos del streaming, las plataformas incorporan constantemente títulos de prestigio a su catálogo. Este verano, Netflix sumó a su servicio en España una de las siete maravillas de la televisión, que también puedes ver en Max o Movistar Plus+: A dos metros bajo tierra.
Creada por Alan Ball tras ganar el Oscar por American Beauty, A dos metros bajo tierra pertenece a la familia real de la pequeña pantalla. Estrenada en 2001, cuando Los Soprano o El ala oeste de la Casa Blanca ya pululaban por la televisión, A dos metros bajo tierra presidió la edad dorada de HBO. Y comienza en un día de Nochebuena. ¿Cómo no aprovechar las Navidades para conocer a los Fisher?

¿De qué trata ‘A dos metros bajo tierra’?
Desde su arranque, A dos metros bajo tierra demostró que quería hacer historia. La serie de Alan Ball comienza con Richard Jenkins, el actor más popular en el momento del estreno, al volante de un coche. El espectador, naturalmente, da por hecho que este intérprete, patriarca de los Fisher, será el protagonista de la serie. Y, entonces, un camión entra en escena y embiste al coche de Jenkins.
Todos los episodios de A dos metros bajo tierra arrancan con la muerte de alguien. En la mayor parte de los casos, se tratará de un cliente de los Fisher, cuyo negociado no es otro que el de las pompas fúnebres. Nathaniel Fisher Sr., que iba camino del aeropuerto para recoger a su hijo para la cena de Nochebuena, estrena esta inolvidable estructura, a la que la serie se ceñirá (casi siempre) rigurosamente y sin dejarse nunca atrapar por la rutina.

Sin Nathaniel Fisher Sr., sus hijos deberán hacerse cargo de la empresa. Las fricciones entre los dos hermanos crecen cuando Nate se niega a seguir la tradición familiar: si se independizó en cuanto pudo y huyó de casa, fue precisamente para no verse, algún día, con las manos empapadas de líquido de embalsamar.
David, un hombre metódico y frío que vive su homosexualidad en secreto, ve en el comportamiento de su hermano una traición imperdonable. Entre tanto, Claire, la benjamina de los Fisher, luchará por hacer oír su voz (y, sobre todo, por embolsarse ya la herencia que le corresponde) y Ruth Fisher, la madre de todos, decide que es el momento perfecto para comunicarle a sus hijos que tiene un amante.
¿Por qué no puedes perderte ‘A dos metros bajo tierra’?
En la actualidad, el término “dramedia” está muy extendido, y en ocasiones (en demasiadas) hace referencia a ficciones que no son lo suficiente divertidas para provocar una carcajada, pero tampoco pueden ser tomadas en serio. A dos metros bajo tierra es una comedia canónica, con un humor negro macabro y afiladísimo. Y, también, la serie cuyo final resquebrajó para siempre el corazón de sus espectadores. Imposible escuchar esa canción de Sia años después y mantener la compostura.

Quizás hayas escuchado que el capítulo final de A dos metros bajo tierra es el mejor desenlace de la historia de la televisión. Y, siendo cierto, la celebración de este episodio tiende a olvidar que cualquier showrunner vendería su alma por filmar varios de los anteriores (el penúltimo, sin ir más lejos).
Por eso, si quieres reír y llorar estas Navidades (no es un tópico, A dos metros bajo tierra te llevará de un lado a otro sin esfuerzo, y a veces con minutos de diferencia) A dos metros bajo tierra te está esperando en Netflix, además de Max y Movistar Plus+.
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