50 años de ‘Primera plana’, la última obra maestra de Billy Wilder de la que se arrepintió Jack Lemmon




Hace 50 años el genial director de origen polaco Billy Wilder, estrenaba una de sus obras más celebradas, ‘Primera plana’ (1974), una divertida comedia ambientada en Chicago durante los últimos compases de los años 20 en la que Hildy Johnson, un talentoso periodista de sucesos interpretado por Jack Lemmon, sorprende al astuto director de su periódico, Walter Burns, a quien da vida Walter Matthau, con una inesperada renuncia a su puesto de redactor a causa de su inminente boda. La noticia del abandono de su trabajo coincide con las últimas informaciones sobre un mediático caso que implica la ejecución de un condenado por asesinato, lo que llevará a Burns a retener de cualquier manera a su periodista estrella, incluso si eso conlleva impedir sus próximas nupcias.

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El proyecto echó a andar durante algún momento a comienzos de la década de los 70. Para entonces, Billy Wilder llevaba alrededor de 30 años establecido en Hollywood como uno de los más prestigiosos directores de cine del mundo. Su bagaje profesional estaba repleto de éxitos entre los que destacaban dos premios Oscar en la categoría de Mejor director gracias a su trabajo en ‘Días sin huella’ (1946) y ‘El apartamento’ (1961). Sin embargo, un Wilder casi septuagenario había decidido que lo más oportuno era delegar las tareas de producción de sus películas en su colega Paul Monash, para poder así dedicar más tiempo exclusivamente a la escritura de guiones y la dirección de películas.

Fue precisamente en aquel momento cuando el productor de la Universal Pictures, Jennings Lang, famoso por haber impulsado el género de catástrofes a comienzos de la década con cintas como ‘Aeropuerto 75’ (1974) y ‘Terremoto’ (1974), sugirió a Wilder que filmara una nueva versión cinematográfica de la comedia teatral ‘Primera plana’, escrita por Ben Hecht y Charles MacArthur, dos antiguos reporteros de los tabloides chicaguenses y estrenada en 1928. La comedia, que había obtenido un éxito arrollador en Broadway durante su estreno, ya contaba con dos versiones para el celuloide: ‘Un gran reportaje’ (1931), de Lewis Milestone, y ‘Luna nueva’ (1940), de Howard Hawks, lo que sin duda parecía a priori un enorme impedimento para que Wilder se hiciera cargo del proyecto, ya que según la biógrafa Charlotte Chandler, el director era contrario a la realización de remakes, alegando que “si una película es buena, no debería haber motivo para rehacerla, y si es pésima, ¿por qué rehacerla?”.

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Sin embargo, Wilder accedió a hacerse cargo del proyecto, ya que consideró que le unía algún tipo de vínculo con Ben Hecht, el escritor de la obra con el que compartía algunos paralelismos. Hecht fue un reportero que cubría información de sucesos en el Chicago de los 20, pero más tarde, aconsejado por su colega, el guionista Herman J. Mankiewicz, famoso por haber escrito el guion de ‘Ciudadano Kane’ (1941), puso rumbo a la meca del cine para ganarse la vida escribiendo los libretos para las películas. Del mismo modo, Wilder también había estudiado periodismo durante su juventud en la Universidad de Viena. Tras graduarse, trabajó como cronista para un diario vienés, donde tuvo la oportunidad de entrevistar al director de big band, Paul Whiteman, durante su gira por Austria, con el que trabó una estrecha amistad y al que acompañó a Berlín, donde Wilder pudo conseguir algunos provechosos contactos. Allí fue donde descubrió su pasión por el cine mientras continuaba desarrollando su faceta de reportero en algunas gacetas berlinesas, escribiendo crónica negra y deportiva.

Finalmente, Wilder se desvinculó de la práctica del periodismo para fichar como guionista para los potentes estudios alemanes UFA, donde colaboró con algunos desconocidos directores que años más tarde se erigieron como estrellas incontestables del panorama hollywoodiense, como Fred Zinnemann y Robert Siodmak, pero su vocación periodística nunca quedó del todo enterrada. Esto, sumado a la nostalgia que le producía rodar una película en la que se pudieran explotar los elementos que durante sus años de juventud habían constituido su antiguo oficio, terminó por convencer al director de su decisión. Pero su propia visión pasaba por ambientar la película en el año 1929, cuarenta y cinco años antes del momento en el que se estrenaría, ya que la prensa escrita había perdido peso en detrimento de la radio o la televisión y ya no era el principal medio informativo de aquella época. Además, esta versión sería la primera en situar la acción en Chicago, ya que el propio Wilder creía que no existía ninguna otra ciudad en América que estuviese más ligada al mundo periodístico. Según explicó él mismo, “un reportero era un tipo glamuroso en aquella época, haciendo gala de su sombrero, su gabardina y su arrogancia, exhibiendo su camaradería con el resto de compañeros reporteros y la policía local, siempre pendiente de todas las pistas”.

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Pese a la impecable filmografía de Wilder, sus dos últimos filmes anteriores a este proyecto, ‘La vida privada de Sherlock Holmes’ (1970) y ‘¿Qué pasó entre mi padre y tu madre?’ (1972), habían sido sonoros fracasos en taquilla, e incluso algún aventurado crítico cinematográficos se habían permitido el lujo de poner en entredicho al director, considerando que encaraba la recta final de su carrera. Por este motivo, Wilder se tomó muy en serio su nuevo proyecto. Comenzó la escritura del guion junto a su inseparable socio I. A. L. Diamond, y contrató a Henry Bumstead para dirigir el diseño de producción de la película, ya que consideraba que era necesario poner énfasis en la ambientación del filme.

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La reputación de Bumstead en Hollywood era más que notable: durante su carrera ganó dos Oscars, el primero en el año 1963 en la categoría de Mejor dirección artística (en blanco y negro) por ‘Matar a un ruiseñor’ (1962) y el segundo en 1974 en la categoría de Mejor diseño de producción por ‘El golpe’ (1974). También estuvo nominado en la misma categoría por ‘Vértigo (De entre los muertos)’ (1958), y por el western de Clint Eastwood, ‘Sin perdón’ (1992). Bumstead fue quien sugirió que las tomas exteriores se rodaran en San Francisco, donde las fachadas de los edificios encajaban mejor con la estética del Chicago de los años 20. Además, también consiguió reciclar algunos decorados utilizados un año antes en ‘El golpe’, donde también había asumido la dirección del diseño de producción. Para la escena inicial, logró reunir los permisos para grabar en la sala de impresión del diario Los Angeles Herald Examiner, que poseía una de las últimas imprentas antiguas que aún permanecían en uso, y del mismo modo, también logró un antiguo vagón de ferrocarril para rodar la última escena de la película.

Para el reparto, el director seleccionó como protagonistas de la cinta al tándem compuesto por Jack Lemmon y Walter Matthau, en la que supondría la tercera colaboración entre ambos actores tras ‘En bandeja de plata’ (1966) y ‘La extraña pareja’ (1968), de un total de nueve en las que ambos trabajarían a lo largo de sus dilatadas carreras. Susan Sarandon completó el elenco en el rol de Peggy Grant, la prometida de Hildy. Durante años, se especuló con la mala relación que existió en el set de rodaje entre los dos actores protagonistas y el director, ya que tanto Wilder como su co-guionista, I. A. L. Diamond, insistieron en que los intérpretes debían recitar el diálogo del mismo modo exacto en el que estaba escrito en el guion, cercenando cualquier atisbo de improvisación por su parte. Jack Lemmon se pronunció sobre este asunto, afirmando: “Me arrepiento de la película. Billy no nos dejó superponer ni una sola línea de diálogo. Creo que eso lo habría convertido en algo mejor… Siento que es un proyecto en el que debes hacerlo, pero Billy, el escritor, quería que el público escuchase todas sus palabras con claridad. Me hubiera gustado improvisar hasta el punto de perder parte del diálogo”. Pese a la deteriorada relación entre ellos, Lemmon, Matthau y Wilder volvieron a la carga siete años más tarde con ‘Aquí, un amigo’ (1981).

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La tendencia de Wilder a realizar cortes a cámara implicó que el director fuese realizando una edición espontánea a medida que dirigía la película, lo que dio como resultado un metraje sustancialmente inferior a lo habitual. Gracias a esto, el editor Ralph E. Winters pudo armar una primera versión de la película tan solo cuatro días después de haber terminado el rodaje. Su estreno supuso la vuelta al éxito de Billy Wilder, siendo la primera película cuyos ingresos superaban el valor de su inversión desde ‘En bandeja de plata’, y años más tarde sería considerada unánimemente como la última gran obra de uno de los directores más relevantes de la historia de Hollywood.

‘Primera plana’ (Billy Wilder, 1974) está disponible en el catálogo de películas de Filmin.



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Redactor Nazmilia

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